¡Mi querido amigo!
- ¿Has nacido de nuevo?
- ¿El Espíritu Santo está viviendo en ti?
- ¿Has recibido el perdón de Dios por todos los pecados que has cometido?
- ¿Si mueres ahora, tú irías al cielo para estar con Jesucristo?
Estas son preguntas muy importantes. Quizás, estas sean las preguntas más importantes que tendrás que afrontar. Y las cuales den testimonio a tu relación con Jesucristo ahora y la vida por venir. Será más sabio el tener en cuenta estas consideraciones. En esta carta te quiero ayudar a entrar en una relación con Jesús la cual te permitirá, por gracia de Dios, contestar “sí” confiadamente, a cada pregunta mencionada anteriormente.
Primeramente, quiero decir que Dios es santo y justo. El hombre, sin embargo, es pecador. El pecado del hombre es revelado en muchas maneras, por ejemplo, hacer lo que él no debería. Muchas personas dicen mentiras, otras cometen adulterio o fornicación, unos están llenos de envidia o son avaros, roban pequeñas o grandes cosas, otros son chismosos, orgullosos y arrogantes, algunos engañan, dan o reciben soborno, odian una u otra persona. Algunos leen libros indecentes, etc.
La Biblia dice que “todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios”. Aunque algunas personas no pecaron abiertamente, en sus corazones lo han hecho. Según el estándar de Jesucristo, si miras a una chica o un chico, un hombre o una mujer con deseo en sus ojos, te conviertes inmediatamente en culpado de inmoralidad con ella o él en tu corazón (Mateo 5:28) y, si odias a alguien, tú has cometido homicidio en su corazón (I Juan 3:15).
Así que, los pecados cometidos en pensamiento, palabras o hechos son tomados con seriedad ante Dios. No hay nadie en la tierra que nunca halla pecado. Algunos han pecado más que otros. Sin embargo, porque todos pecaron, todos son culpables ante Dios. Eso te incluye a ti.
El pecado separa al hombre de Dios, por lo que el Espíritu Santo no puede tener una relación con una persona pecadora.
Existe un puente de separación creado por el pecado, entre el hombre y Dios. Aunque el hombre ha intentado cruzar este puente por muchos caminos, por ejemplo, a través de la oración, ir a la iglesia y hacer muchas cosas que él considera bueno, pero el puente no será removido. Eso sucede porque el estándar de la justicia de Dios es muy elevado, por lo que todo lo que hagas será insuficiente ante Dios. De hecho, Dios ve todas nuestras buenas obras como trapos de inmundicia, corrompidos por motivos egoístas o impuros. La Biblia dice que “ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él” (Romanos 3:20).
El pecado no solamente separa al hombre de Dios. Él también paga un salario. La separación eterna de Dios es en el infierno. La angustia que el pecado produce en ese momento, así como el presente sufrimiento, no se puede comparar con la agonía del infierno, que será destinado a todos aquellos que han rechazado a Jesucristo.
Aunque todo el ser humano sea pecador y merezca el debido juicio y condenación, Dios nos ama. Él nos amó tanto que ha enviado Su único Hijo Jesucristo para venir y morir en la cruz para salvarnos. Dios puso todos nuestros pecados: pasado, presente y futuro en Jesucristo y el castigo del pecado en sí por todos en la cruz. Jesús murió en tu lugar. Él vertió Su propia sangre inocente para que los pecados fueran perdonados. Él entró por la puerta que separa el hombre de Dios y, abrió un nuevo camino para que los pecadores pudiesen ser reconciliados con Dios. Jesús hizo todo en la cruz y resucitó de la muerte como prueba de que Dios estaba satisfecho con Su trabajo de salvar a los pecadores. Él vive eternamente para perdonar a todos los pecadores que se arrepentirán y Lo recibirán como su Salvador. Él quiere perdonarte ahora y darte un nuevo nacimiento, así como escribir tu nombre en el Libro de la Vida.
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